Hemos estado ahora en agosto. La verdad que merece la pena visitarlo y darse un chapuzón. En un sitio con mucho encanto, sobre todo por sus cascadas. Para los niños es muy divertido ya que en las piedras se han formado una especie de piscinas naturales. Los nativos de allí se deslizan por las piedras como si fuera un tobogán y se dejan caer al agua o en algunas de esas piscinas que cubren. ¡Cuidado! las piedras son resbaladísimas :-)
Para los padres hay un restaurante-cafetería con terraza por si quieren relajarse un poquito, desde esa zona pueden observar a sus hijos.
Aquí tenéis un enlace para conocerlo mejor: