jueves, 27 de diciembre de 2007

Los Reyes Magos

Quisiera contaros una historia muy emocionante y que resulta ser real. La he visto publicada en un blog amigo y os la quiero reproducir ya que en ella encontraréis la respuesta a esa pregunta tan temida y esperada: "Papá, Mamá, ¿Existen los Reyes Magos?"

Estaré preparada cuando llegue el día en que mis hijas me pongan a prueba.... y será muy pronto.


"La verdad sobre los Reyes Magos"

Apenas su padre se había sentado, al llegar a casa, dispuesto a escuchar como todos los días lo que su hija le contaba de sus actividades en el colegio, cuando ésta, en voz baja, como con miedo, le dijo:

- «¿Papá?»
–Sí, hija, cuéntame.
–«Oye, quiero… que me digas la verdad».
–Claro, hija. Siempre te la digo, respondió el padre un poco sorprendido.
–«Es que…», titubeó Cristina.
–Dime, hija, dime.
–«Papá, ¿existen los Reyes Magos?»

El padre de Cristina se quedó mudo, miró a su mujer, intentando descubrir el origen de aquella pregunta, pero sólo pudo ver un rostro tan sorprendido como el suyo que le miraba igualmente.

–«Las niñas dicen que son los padres. ¿Es verdad?»La nueva pregunta de Cristina le obligó a volver la mirada hacia la niña, y tragando saliva le dijo:–¿Y tú qué crees, hija?
–«Yo no sé, papá: que sí y que no. Por un lado, me parece que sí que existen porque tú no me engañas; pero, como las niñas dicen eso».
–Mira, hija, efectivamente son los padres los que ponen los regalos pero…
–«Entonces es verdad?–cortó la niña con los ojos humedecidos–. ¡Me habéis engañado!»
–No, mira, nunca te hemos engañado, porque los Reyes Magos sí que existen, respondió el padre cogiendo con sus dos manos la cara de Cristina.
–«Entonces no lo entiendo, papá».
–Siéntate, cariño, y escucha esta historia que te voy a contar, porque ya ha llegado la hora de que puedas comprenderla, dijo el padre, mientras señalaba con la mano el asiento a su lado. Cristina se sentó entre sus padres, ansiosa de escuchar cualquier cosa que le sacase de su duda, y su padre se dispuso a narrar lo que para él debió de ser la verdadera historia de los Reyes Magos:

–Cuando el Niño Dios nació, tres Reyes que venían de Oriente, guiados por una gran estrella, se acercaron al Portal para adorarlo. Le llevaron regalos en prueba de amor y respeto, y el Niño se puso tan contento y parecía tan feliz que el más anciano de los Reyes, Melchor, dijo:“¡Es maravilloso ver tan feliz a un niño! Deberíamos llevar regalos a todos los niños del mundo y ver lo felices que serían”.

“¡Oh, sí! –exclamó Gaspar–. Es una buena idea, pero es muy difícil de hacer. No seremos capaces de poder llevar regalos a tantos millones de niños como hay en el mundo”.Baltasar, el tercero de los Reyes, que estaba escuchando a sus dos compañeros con cara de alegría, comentó: “Es verdad que sería fantástico, pero Gaspar tiene razón y, aunque somos magos, ya somos ancianos y nos resultaría muy difícil recorrer el mundo entero entregando regalos a todos los niños. Pero sería tan bonito…”Los tres Reyes se pusieron muy tristes al pensar que no podrían realizar su deseo. Y el Niño Jesús, que desde su pobre cunita parecía escucharles muy atento, sonrió, y la voz de Dios se escuchó en el Portal:“Sois muy buenos, queridos Reyes, y os agradezco vuestros regalos. Voy a ayudaros a realizar vuestro hermoso deseo. Decidme: ¿qué necesitáis para poder llevar regalos a todos los niños?”

“¡Oh, Señor! –dijeron los tres Reyes postrándose de rodillas–. Necesitaríamos millones y millones de pajes, casi uno para cada niño que pudieran llevar al mismo tiempo a cada casa nuestros regalos, pero no podemos tener tantos pajes, no existen tantos”.

“No os preocupéis por eso –dijo Dios–. Yo os voy a dar, no uno, sino dos pajes para cada niño que hay en el mundo”.

“¡Sería fantástico! Pero, ¿cómo es posible?”, dijeron a la vez los tres Reyes con cara de sorpresa y admiración.

“Decidme, ¿no es verdad que los pajes deberían querer mucho a los niños y conocer muy bien sus deseos?”, preguntó Dios.

“Sí, claro, eso es fundamental”, asintieron los tres Reyes.

“Pues decidme, queridos Reyes: ¿hay alguien que quiera más a los niños y los conozca mejor que sus propios padres?”

Los tres Reyes se miraron asintiendo y empezando a comprender lo que Dios estaba planeando, cuando la voz de nuevo se volvió a oír:“Puesto que así lo habéis querido y para que, en nombre de los tres Reyes de Oriente todos los niños del mundo reciban algunos regalos, Yo ordeno que, en Navidad, conmemorando estos momentos, todos los padres se conviertan en vuestros pajes, y que en vuestro nombre, y de vuestra parte, regalen a sus hijos los regalos que deseen. También ordeno que, mientras los niños sean pequeños, la entrega de regalos se haga como si la hicieran los propios Reyes Magos. Pero cuando los niños sean suficientemente mayores para entender esto, los padres les contarán esta historia y, a partir de entonces, en todas las Navidades, los niños harán también regalos a sus padres en prueba de cariño.Y, alrededor del belén, recordarán que, gracias a los tres Reyes Magos todos son más felices”.

Cuando el padre de Cristina hubo terminado de contar esta historia, la niña se levantó, y dando un beso a sus padres dijo:–«Ahora sí que lo entiendo todo, papá. Y estoy muy contenta de saber que me queréis y que no me habéis engañado».

Y corriendo, se dirigió a su cuarto, regresando con su hucha en la mano, mientras decía: –«No sé si tendré bastante para compraros algún regalo, pero para el año que viene ya guardaré más dinero», y todos se abrazaron mientras, a buen seguro, desde el Cielo, tres Reyes Magos contemplaban la escena tremendamente satisfechos.

Espero que hayáis disfrutado de esta historia. ¡Felices Fiestas!

2 comentarios:

Amelia Díaz dijo...

Buscando la historia de "la rana que no sabía que estaba hervida", he llegado a tu blog...y me he enganchado a leer.

Quiero decirte que eso EXACTAMENTE me pasó a mí cuando mi hija me preguntó.
Improvisé desde el fondo de mi corazón y le conté que los Reyes Magos habían dejado a los padres el encargo maravilloso de llevar regalos a los niños cuando ellos ya no estuviesen en este mundo. Y añadí que también pusieron 3 condiciones:

1. Cuando los niños tuviesen edad de enterarse del secreto, ellos también lo guardarían.

2. Se comprometían a su vez a ser pajes para sus futuros hijos.

3. Si conocían a algún niño que no pudiese recibir regalos, ellos harían algo por evitarlo.

Mi hija me miraba boquiabierta, mientras su cara iba mutando desde la decepción inicial a la felicidad y la alegría.

Cuando terminé de hablar, me abrazó emocionada y me dijo:
"gracias mami, por tantos regalos cada año...ahora sé cuánto has hecho por mí".

Va a ser una paje maravillosa algún día.

Besos desde mi MAR ETERNO.

Amelia

Ana Garcia dijo...

Gracias Amelia por tu visita. Pues realmente emocionante lo que cuentas, menos mal que tuvo un final feliz:-)

Me alegro que tu hija reaccionara dándote las gracias, pues hoy en día los niños son poco agradecidos, no saben valorar nada, unicamente pedir y pedir. Tu hija será una buena paje, le has inculcado buenos valores que le ayudarán a ser una persona honesta y humilde. Muy bien:-)

Un abrazo querida amiga